lunes, 23 de noviembre de 2009

LA DERIVA Y EL PARIS SITUACIONISTA

En 1957, en vísperas de la fundación de la Internacional Situacionista, Guy Debord produjo dos insólitos planos de París que publicó con la ayuda de su amigo, el danés Asger Jorn. El estudio de estos dos planos no puede limitarse a su relación con la historia del situacionismo, hay que interpretarlos también en relación con las ideas contemporáneas sobre la ciudad, la vida cotidiana y a representación de dichos ámbitos en una etnografía urbana de la Posguerra.
La palabra psicogeografía, neologismo creado por los situacionistas, se refiere a los efectos que “el entorno geográfico, organizado o no conscientemente,” producía en “las emociones y el comportamiento de los individuos”.


Debord, en sus largas derivas por Paris, llegó a creer que “las ciudades presentan un relieve psicogeográfico, con corrientes constantes, puntos fijos y vórtices que nos disuaden a entrar o salir de según que zonas. El barrio parisino situado entre la Place de la Contrescarpe y la rue de l’Arbalète conduce… al ateísmo, al olvido y a la desorientación de las influencias habituales.


La cultura consumista de la posguerra se hacía visible en París con la modernización de la fachada de numerosas tiendas y cafés. Entonces París se convertía gradualmente en el museo urbano que conocemos en la actualidad. En los años sesenta Debord, describía estos cambios basándose en la afirmación de Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista que la burguesía “había creado un mundo a partir de su propia imagen”.


El espectáculo debe proyectar una imagen unificadora y homogeneizadora sobre el espacio urbano. La sociedad del espectáculo y su correspondiente práctica espacial se basa en una sincronicidad y homogeneidad absolutas.


La deriva Situacionista vagaba por la ciudad en busca de unités d’ambiance subversivas, de espacios de no-sincronicidad y de contradicción productiva.


Los estudiantes, utilizaron técnicas promovidas por la antropología de aquellos tiempos, principalmente por la noción de Bronisław Malinowski sobre la dialéctica de la “observación participante” en el estudio de culturas nativas se lanzaron con el objetivo de entender lo desconocido de la ciudad. Estos sociólogos detectaron “situaciones y actividades cargadas de significado entre las aparentemente más triviales”, de las cuales se deducían los rasgos de culturas heterogéneas, densas y vivas presentes un poco más allá de las puertas de la Universidad”. Esta producción de conocimiento nunca fue el objetivo de la deriva. Las descripciones escritas no pueden ser más que contraseñas para entrar en este gran juego.


Algunos prototipos de esta actividad incluían, por ejemplo: “… entrar de noche en casas bajo orden de derribo, no dejar de hacer autostop para viajar sin destino por todo París durante una huelga de trasporte público con el objeto de empeorar la confusión; pasearse por catacumbas subterráneas de acceso prohibido al público, etc.”


La deriva parece básicamente vinculada a un proyecto de “desamparo” y “desarraigo”. En este sentido, se trata de una technique du dèpaysement, tal como la denominó Lévi-Strauss para denotar una antropología más autorreflexiva.


Los sujetos de la deriva “durante un cierto período abandonan su trabajo y sus actividades de ocio, dejándose absorber por la atracción de un determinado lugar y por los encuentros que allí suceden”.


El interés en desestabilizar la propia realidad mediante la apropiación de las técnicas etnográficas tiene sus orígenes en la crítica del “humanismo antropológico”, que hicieran Georges Bataille y los surrealistas en el período entreguerras.


La deriva de un modo parecido al surrealismo etnográfico de entreguerras, era una técnica para desestabilizar los códigos culturales, oponerse a la realidad y multiplicar la desorganización: Abrir el metro de noche, después de haber pasado el último tren, dejar los jardines público abiertos de noche, a oscuras, por condiciones psicogeográficas, o datar a los faroles de todas las calles de interruptores, para que la iluminación sea de control público.

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